Cuando empezaba en esta profesión se hablaba de visión subnormal para referirse a la especialidad que trataba a los pacientes con agudezas visuales muy bajas sin remedio óptico ni médico. Más adelante, se pasó a hablar de baja visión. Cuando estudié en The New England College of Optometry, Boston, la asignatura impartida en el programa de Doctorado en Optometría era Vision Rehabilitation. Actualmente, se denomina Low Vision Rehabilitation throughout the life span. Si bien allí enseñan muy profundamente todo lo que abajo voy a describir, no todo lo que debemos aprender para trabajar con esta población, se aglutinan en esa asignatura.
Personalmente me gusta el término Rehabilitación al discapacitado visual. Por discapacitado visual me refiero a aquellos pacientes de cualquier edad, con condiciones no reparables medicamente que ven su funcionalidad visual limitada e incapacitada para ciertas tareas cotidianas.
Las discapacidades visuales pueden venir por limitaciones de la visión central, periférica, generalizada, presencia de fotodiscapacidades, trastornos oculomotores, diplópicos, etc. Para su valoración, no es suficiente el saber realizar pruebas de medidas visuales como agudeza visual, sensibilidad al contraste, medidas campimétricas, etc. Además de las pruebas psicofísicas, es necesario conocer la clínica de cada patología y cómo incide en la función. Es necesario saber explorar el ojo y el sistema visual. De igual manera, es muy importante conocer el curso natural de las diversas condiciones cuando no se interviene y cuando sí es posible ésta.

En un mismo paciente se pueden presentar diversas patologías y asignar la pérdida de función a cada condición no siempre es fácil. Pensemos por ejemplo en un miope magno en que coexisten coroidosis miopica, oftalmopatía restrictiva y glaucoma. La valoración es compleja y la rehabilitación de sus múltiples discapacidades puede implicar la adaptación de lentes de contacto, la prescripción de prismas que aporten haplopía, filtros que ayuden a la mejor tolerancia de la fotodiscapacidad y ayudas magnificadoras para la visión de detalles.
Otro ejemplo son las alteraciones visuales secundarias a condiciones vasculares como la diabetes. Muchos casos diabéticos presentan retinopatías en distintos estadios, con manifestaciones muy diversas y con pérdidas de visión diferentes. Estos pacientes también suelen desarrollar cataratas precozmente, además de tener fluctuaciones en su estado refractivo. Los trastornos oculomotores isquémicos y otras alteraciones neurológicas también son más prevalentes en esta población. Por tanto, la rehabilitación implica estar capacitado para la valoración de cada fuente de discapacidad y conocer las diversas estrategias de ayuda.
Si pensamos en que las condiciones que alteran la función visual sin solución médica definitiva se pueden presentar en todas las edades, cerrar esta especialidad a la población geriátrica puede ser un error. Por otra parte, las discapacidades no siempre se presentan en forma de limitación de la discriminación del detalle, por tanto, los términos de baja visión o visión subnormal no describen bien la especialidad.
Las ayudas disponibles para un discapacitado visual son numerosas, ejemplos de ellas son las lentes de contacto rígidas -sean éstas corneales o esclerales-, filtros de absorción selectiva, prismas tanto para pacientes diplópicos como para aquellos con reducción campimétricas, elementos magnificadores, terapia visual para ciertos casos de etiologías neurológicas y también consejos de movilidad.
En conclusión, este módulo implica conocer las patologías de todas las edades, su repercusión en la función visual, la coexistencia con otras condiciones, la valoración mediante la observación de las estructuras, la realización de pruebas psicofísicas y su interpretación y como no, conocer todas las formas que ayuden a rehabilitar funcionalmente al paciente patológico.
Todos estos conocimientos, se cubren en el Máster en Optometría Clínica y Hospitalaria impartido por el Centro Boston de Optometría y permiten no solo poder desarrollarse en la especialidad, sino también la buena integración en equipos multidisciplinares o cuando menos, la buena interacción comunicativa o interinstitucional.
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