Ya acabando la segunda década del siglo XXI, podemos ver el comienzo de una nueva era en los cuidados sanitarios. Los desarrollos tecnológicos siguen un curso exponencial y su aplicación a los cuidados de la salud permiten no solo mejores, más precoces y más precisos diagnósticos, sino también mejores tratamientos de muchas condiciones. La prestación sanitaria, máxime si responde a la ansiada universalidad y excelencia en su calidad, pasa por una gestión económica diferente a la actual. Dos aspectos son clave: la incorporación tecnológica y la gestión de la misma.
El elemento humano es, y seguirá siendo, clave. Actualmente es necesario para la interpretación de los datos aportados por los instrumentos y la toma de decisiones. En breve, la inteligencia artificial sustituirá una proporción de las necesidades humanas. No obstante, la gestión de los servicios y la imprescindible humanidad cuando de un paciente se trata, hacen del profesional un elemento no sustituible.

El facultativo optometrista debidamente entrenado, se encargará no solo de ser nexo entre la tecnología y el paciente, sino de la gestión responsable de los servicios de atención visual. El resultado será la mejor calidad de prestación sanitaria con un ahorro económico sustancial sobre los actuales modelos.
Retos importantes se plantean a la profesión, una formación adecuada a los retos tanto técnicos como de gestión sanitaria. Una adaptación de las competencias legales profesionales que de no ocurrir supondrán el arrinconamiento del profesional a labores auxiliares. Y por último una adaptación de los profesionales ya egresados a los retos actuales y los del futuro inmediato.
En posteriores blogs hablaré de cómo están afrontando estos retos los optometristas de los países en que la Optometría se encuentra en un nivel más avanzado.
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