La visión es un fenómeno complejo que no solo implica la recepción y transmisión de la luz hacia los centros cerebrales responsables de su registro. Además, existe un gran número de funciones visuales tanto motoras como sensorio-perceptivas gobernadas por diferentes sistemas neurológicos.
Pensemos, por ejemplo, en mecanismos como el control pupilar, la motilidad ocular, la acomodación o la percepción de movimientos, los distintos grados de cooperación y percepción binocular, la composición de imágenes móviles, la sensibilidad al contraste policromática, etc. Tampoco podemos olvidar los aspectos sensitivos de la visión, los reflejos del parpadeo por arcos sensitivo-motores y visuales. Detrás de todos estos ejemplos existe un mecanismo neural muy complejo que requiere ser bien entendido por el profesional de la visión.
Comprender la visión y sus diferentes mecanismos requiere una base muy buena en neurología general y visual. Es por eso que, en los programas de Optometría de países donde el nivel académico y clínico de sus graduados es de doctorado en optometría (EEUU, Canadá, Puerto Rico, China, Melbourne-Australia, etc.) son numerosas las asignaturas que exploran toda esta neurología. Incluso existen programas de residencia post-doctorado en Neuro-Optometría y Enfermedades Neurooftálmicas. Algunos de los optometristas formados en esta especialidad son referentes en el mundo médico.
Son muchas las alteraciones de la visión que tienen una base neurológica. Algunas muy obvias como las parálisis oculomotoras, las neuritis ópticas, etc., pero muchas otras se presentan de forma insidiosa y solo el optometrista bien formado será capaz de identificarlas y así proceder al mejor manejo clínico. Pongamos, por ejemplo:
- La fatiga motora secundaria a Miastenia gravis que puede evidenciarse con ptosis parcial variable.
- Trastornos pupilares asintomáticos con un posible origen oncológico.
- Presencia de papiledema secundario a elevación de la presión intracraneal, sin síntomas o simples borrosidades posturales.
- Cefaleas con orígenes no visuales, nistagmos periódicos, etc.
El papel del optometrista bien formado es doble, de un lado es imprescindible que identifique las bases neurológicas de las condiciones que se presentan en consulta y por otra parte, cuando ya otras profesiones han estudiado las causas de las mismas, participar en la valoración precisa de la disfunción visual y en el manejo de muchas de esas condiciones. A título de ejemplo cito, la prescripción de prismas en ciertas parálisis oculo-motoras, o para la ampliación del campo periférico, el entrenamiento sensorio-motor en casos de conmociones traumáticas, etc.

La gran influencia en el Centro Boston de Optometría de su institución matriz, The New England College of Optometry de Boston, supuso desde los comienzos del programa Máster la inclusión de materias en neurología y neurooptometría, impartidas por neurólogos en conjunción con optometristas cualificados.
De igual manera, se incluyeron materias de neurología en los programas de Grado que The New England College of Optometry impartió en colaboración con el Centro Boston de Optometría y en las promociones de CAG (Curso de Adaptación al Grado) que la Universidad Camilo José Cela ofreció a través del CBO.
La cooperación de la especialidad de neurología con el Centro Boston de Optometría es histórica y me consta que ambas profesiones avanzamos diariamente hacia más oportunidades de ejercicio profesional conjunto. Los neurólogos valoran muchas habilidades que posee un buen optometrista formado en neuro-optometría y enfermedades neurooftálmicas.
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