Ser uno de los países con mayor esperanza media de vida, lleva implícito un gran reto colectivo para España. La OMS define salud en nuestros mayores promediando varios aspectos: salud física, mental, social y económica. Es obvia la dificultad de aunarlos todos y de ahí los grandes debates sobre el sistema de pensiones, la dependencia, la gran prevalencia de enfermedades mentales degenerativas, etc.
La visión es un sentido esencial para mantener la independencia, y es necesaria para gozar de actividades que implican ejercitar la actividad cognitiva, como lectura, ver TV, etc. Ciertas enfermedades oculares suponen la pérdida del reconocimiento facial de seres queridos con lo que ello incide en la salud mental del paciente. La atención visual de la población geriátrica es de por sí una tarea difícil. La responsabilidad del profesional que la atiende es enorme y merece la pena reflexionar sobre la organización de estos cuidados.
Es tentador pensar que un profesional de la visión entrenado en el diagnóstico y tratamientos de las enfermedades que afectan a los mayores sería suficiente para atenderles. Una forma distinta de reflexionar sobre los cambios de la visión ya sean involucionales, patológicos, secundarios a condiciones sistémicas, iatrogénicos, etc. es apostar porque éstos puedan ser evitados, ralentizados, minimizados, etc. si intervienen varias disciplinas bien sincronizadas en la atención y seguimiento. Debemos pensar que una amplia variedad de las condiciones que afectan la visión tiene su origen en enfermedades sistémicas ya sean éstas vasculares, neurológicas o reumatológicas, entre otras. Pero, además, la prevención, la educación al paciente sobre su estado visual, el tratamiento médico, quirúrgico, psicológico u óptico y el seguimiento integrador requiere una implicación multidisciplinar.
A la postre, las condiciones visuales de la gente mayor suelen limitar la funcionalidad y de ahí, la pérdida de calidad de vida con todas sus implicaciones. Los cambios en la visión suelen estudiarse valorando las estructuras oculares o visuales y en cierta medida la función visual. Esta última es con frecuencia no realizada de forma completa y así el que padece la condición no recibe la información necesaria y el sentimiento empático por parte del profesional. Pongamos algunos ejemplos que ilustren estas situaciones:
Cataratas.
Cada forma de catarata involucional tiene implicaciones diferentes sobre la función visual: miopización, pérdida de sensibilidad al contraste, aumento de aberraciones de bajo orden, pérdida de campo en ausencia de luz o peor percepción de los movimientos, en las nucleares; el gran aumento del “glare” de las corticales anteriores si alcanzan el eje visual (algo más acentuado en condiciones escotópicas); la peor visión próxima en la SCP en presencia de luz, etc. Si pensamos que con frecuencia se presentan de forma mixta y no siempre siguen igual curso en cada ojo, la valoración funcional para poder orientar al paciente es tarea compleja.
Maculopatías.
Dependiendo del tipo y del grado de evolución, la pérdida funcional será diferente. Ejemplos de pérdidas visuales son las alteraciones de: agudeza visual, percepción espacial central, recuperación al deslumbramiento, visión de colores, percepción oculocéntrica, estabilidad de la fijación, reconocimiento facial, etc. La repercusión funcional definitiva dependerá de la bilateralidad, de la simetría e incluso de la dominancia ocular. Los pacientes buscan y agradecen que se valoren estas funciones y se les explique cómo alterarán su rutina visual. Otro aspecto muy importante es la evolución, cuando la condición es en principio una situación estable la adaptación a la limitación visual es más fácil, no es así cuando el curso natural de la enfermedad es rápido.
Las situaciones que presentan los pacientes de más edad son innumerables y los cuidados profesionales necesarios nunca pueden ser ofrecidos por un único agente sanitario. El módulo de Visión Geriátrica ofrecido por el Máster Boston incluye no solo la información de las patologías oculares de los mayores, sino que se cubren áreas como las enfermedades mentales, motoras, etc. Se pone un gran énfasis en las diferentes formas de pérdida de la función y sus potenciales implicaciones en la calidad de vida. Obviamente, se cubren todas las formas de manejo clínico entre las que se encuentran las ayudas ópticas, electrónicas u otras. La comunicación interdisciplinar con la oftalmología, la neurología, etc. es parte de la filosofía general de Máster Boston.
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