Durante mis años en The New England College of Optometry, persiguiendo doctorarme, fueron muchas cosas las que me sorprendieron para bien. Me impresionaba el altísimo nivel científico y experiencia clínica del profesorado, muchos de ellos profesores de las prestigiosas Universidades de Harvard o MIT. Era tan evidente la enorme dedicación del cuerpo docente por enseñar y transmitir conocimientos y experiencia, que cada día agradecía estar allí.
Algunos profesores de edad avanzada, con la misma ilusión que los jóvenes, se inscribían a cursos de formación continuada, no solo a la que allí es obligada sino a formaciones voluntarias. Pronto te contagias de aquel ambiente y me prometí que, a mi vuelta a España, transmitiría todo lo que pudiera a mis colegas españoles. Como tenía un compromiso con el colegio de ópticos, durante dos años impartí 53 seminarios de fines de semana. En el año 1990, la fundación del Centro Boston respondía a aquella promesa de enseñar lo aprendido. Desde sus inicios conté con la inigualable ayuda de la institución que me doctoró y formó como profesional, The New England College of Optometry.
La actitud de compartir lo que sabes responde a un punto del código ético, el conocimiento ha de estar al servicio de nuestros pacientes y cuanto más extensivo sea éste entre la comunidad profesional, más casos se beneficiarán. De hecho, la adquisición de conocimientos y nuevas competencias clínicas por el profesional ya graduado es una necesidad tan reconocida internacionalmente que, en los países más evolucionados, es obligada por ley. En mi caso que sigo acreditado en Massachusetts después de más de tres décadas. Cada año no solo me veo obligado a reciclarme yendo a EEUU, sino que la formación y contacto con mis colegas internacionales me estimulan para seguir enseñando a los españoles que por uno u otro motivo no pueden acceder a la formación norteamericana.
Enseñar lo que se sabe y aprender lo que no se sabe, es una actitud que responde a principios éticos. Además, permite el crecimiento y dearrollo profesional a la vez que el beneficiario final, el paciente, obtiene los mejores servicios que sin duda redundarán en la gratificación recíproca del esfuerzo del profesional. De forma añadida a la actitud individual del profesional, se requiere una comunidad profesional que sirva de apoyo y cree un ambiente que empuje, estimule y ayude.
Las más de tres décadas de existencia del Centro Boston, han servido para crear una comunidad de optometristas que tienen en común una formación muy superior al estándar profesional español y comparten su alto nivel con otros colegas. La expansión y la actividad de esta red puede ser mayor, y el apoyo desde el Centro Boston puede ser clave. Estad atentos.
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