Comenté en un anterior post que, prescribir una compensación óptica en forma de gafas, implica un previo acto basado en la ciencia y una posterior decisión de una fórmula que encierra mucho de arte.
El paradigma del estudio refractivo es la retinoscopía, que informa del estado refractivo, del dinamismo del estado acomodativo, del estado de los medios, etc. y lo más importante, sirve para el 100% de los pacientes. El dominio de la técnica y la buena interpretación de los resultados requiere buena enseñanza y experiencia supervisada, de tal forma que se convierte en un acto complejo.
El análisis subjetivo persigue conocer el nivel de agudeza visual, en condiciones tanto dinámicas del sistema acomodativo como estáticas (bajo cicloplejia), cuando éstas se necesitan. El estudio está basado en un acto de comunicación dinámico donde el facultativo optometrista presenta estímulos elegidos e interpreta las respuestas. La formulación de la pregunta y el análisis de lo respondido es de nuevo, un procedimiento que requiere conocimientos científicos y una porción del arte comunicativo e interpretativo.
Una vez el Facultativo Optometrista (FO) conoce el estado refractivo, el estado acomodativo, los niveles de agudeza visual de cada ojo por separado y la conjunción entre ambos, se procede a decidir lo siguiente:
- ¿Existe un defecto que se requiere compensar ópticamente?
- ¿Cuál es el objetivo de la compensación?
- ¿Cuál es la fórmula individualizada para el caso?
- ¿Cuál es el uso y en qué circunstancias se debe o no usar la compensación elegida?
- ¿Qué sistema óptico es el adecuado para cada caso y qué limitaciones tiene?
Las respuestas a todas estas preguntas se basarán en conocimientos científicos pero también en un acto de toma de decisiones basadas en muchos aspectos individuales que pueden calificar el acto como un arte.
La tecnología, que ya consigue efectuar medidas refractivas on-line, viene a contradecir todo lo arriba expuesto. Entiendo que cada vez existan más ofertas de servicios estandarizados dirigidos a masas. Puede tener incluso un gran sentido en lugares donde no existen servicios de atención profesional suficientes, pero no así cuando los profesionales son tantos que compiten por los mismos pacientes. La banalización del estudio refractivo y posterior prescripción de un elemento óptico sin criterios suficientes, es bajo mi concepto un gran error solo justificado por la ignorancia o la búsqueda de otros intereses diferentes al buen cuidado de la salud visual.
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