Aptitud y actitud, para una profesión de éxito

por | May 10, 2017 | 0 Comentarios

Hace unos meses te decía que la Optometría Clínica, de verdad, solo podrá surgir en nuestro país de una mezcla de APTITUD + ACTITUD, de los profesionales y de los órganos que regulan la profesión.

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Con aptitud me refiero a la capacidad de hacer cosas, a las competencias profesionales de los actores de esta película. Para que una profesión crezca, su fuerza de trabajo debe ser capaz de atender a las demandas sociales y de adaptarse a exigencias crecientes, nuevos conocimientos e innovaciones tecnológicas.

Es igualmente necesario que los órganos que regulan la profesión estén dirigidos y articulados por personas preparadas, con una visión global, que anticipe las tendencias y nuevas necesidades de sus profesionales. Igualmente deben tener capacidad para buscar la aplicación de medidas y cambios legislativos que den alas a la profesión en su país.

Con actitud, quiero despertar a tu consciencia la realidad de que nos han redefinido la profesión en nuestro país. No es una intuición de lo que viene, es la realidad palpable de nuestro día a día. Al Optometrista se le reconoce internacionalmente como un profesional independiente de la visión. Aquí no tenemos ni las competencias internacionalmente reconocidas, ni somos independientes. Nos quieren a la sombra. Serviles o comerciales. No hay más.

Todos los intentos de desarrollo de una profesión requieren:

  • La detección de un problema o necesidad social a la que se quiere dar respuesta.
  • La determinación y buena descripción de las competencias que debe tener el profesional que vaya a atender a esa demanda social.
  • La construcción de un plan de estudios fuerte, capaz de crear profesionales en el presente con capacidad de adaptación al futuro. Pensamiento crítico, internacionalización, capacidad de trabajo autónomo, sentimientos de comunidad, pasión por la profesión, etc. el profesorado no está para transmitir enseñanzas teóricas de un libro. Un buen profesor ama y respeta a sus alumnos y los guía para que nunca se sientan defraudados y engañados, y sepan cómo pueden seguir construyendo por sí solos su profesión una vez salgan de debajo del ala de mamá Universidad.
  • La formación de ese profesional desde una enseñanza teórica y la práctica profesionalizantes. El alumno debe salir sabiendo trabajar y dedicándose desde el día uno, a aquello para lo que se formó.
  • El deseo de que la experiencia profesional del alumno egresado sea tal que permita su desarrollo al más alto nivel, porque solo de esa manera se verán atendidas las demandas sociales para las que se creó toda esta hilera de procesos.
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No podemos matar los sueños de los estudiantes. El profesor debe ser ejemplo y guía. No se espera de él que dicte libros, sino que infunda un espíritu.

Bien, pues para desmontar una profesión (que es lo que se está haciendo en nuestro país) hace falta lo mismo pero… como dicen los niños, jugando al mundo al revés:

  • Pasar de los problemas o necesidades sociales y atender solo a lo que a los de arriba les reporta ego, tranquilidad y lucro.
  • Inventar unas competencias híbridas, ambiguas, que suenan medio bien al estudiante de 18 años que no sabe donde entra, y que después alimentará a la estructura de trabajo existente.
  • Crear planes de estudio ajustados a las capacidades del profesorado de las escuelas, y no a las necesidades de la población ni a las inquietudes o intereses de los alumnos. Mucha teoría muy poco actualizada; pero eso sí, desde el día uno les contamos que están recibiendo formación al más alto nivel y de lo que hay más allá de nuestras fronteras, que no se enteren.
  • Dar poca práctica real porque eso es mucho trabajo y un lío en logística, recursos personales y económicos.
  • Soltar a los nuevos titulados a un modelo de trabajo en que un porcentaje alto de ellos se sienten frustrados y equivocados en su elección de carrera profesional, pero total… “a nadie le gusta trabajar”.
  • Y ya de paso, seguimos creando la cultura de que el trabajo es el demonio que nos amarga la vida, sin asumir nuestra responsabilidad en la transmisión de ese sentimiento. Esto tampoco es que ayude mucho a las actitudes laborales y a levantar el país, pero de esto nadie habla en las tertulias de la tele.

 

¿Y los problemas de la gente? Eso ya se nos olvidó por el camino.

La Universidad se inventó para formar a las personas que liderarían el futuro. La Universidad debe poner ante el alumnado todo el conocimiento disponible en su área de estudio y fomentar el pensamiento crítico, la búsqueda de la excelencia y la ampliación de conocimientos. De las buenas universidades salen los avances que en el futuro serán lo cotidiano en la vida de nuestros hijos. Lo viejo y el presente, deben ser la base desde la que construir un conocimiento con aplicación hoy y mañana. Las buenas universidades no redundan en lo viejo; dan a sus alumnos herramientas para que el futuro no les sorprenda descolgados y sin recursos.

Resulta frustrante, para el docente actualizado, ver cómo año tras año los alumnos vienen con las mismas creencias erróneas respecto a su profesión y con los mismos conceptos viejos. Peor aún, resulta triste verles sin ilusión tras sus primeras y cortas experiencias laborales.

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Mientras no haya cambios a otro nivel, tu aptitud y actitud puede hacer cambios en tu día a día. No podemos esperar que otro nos cambien la vida. Está en nuestras manos ir dando forma a las soluciones. Todos somos parte del engranaje que mueve nuestra profesión.

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